Después de ciertos recorridos, la ONU estableció que el 8 de marzo fuera el día de la mujer. Lo que al principio tuvo buenos motivos, hoy resulta en un arma letal en contra de las mismas mujeres, siendo que la ONU ahora dirigida por agentes de la ideología de género, con su agenda insaciable siempre reclamando neoderechos, han ido quitándonos espacio.
Se busca intencionalmente la masculinización de las mujeres, y por ende, la feminización de los hombres. Que al defender sus "derechos de mujer", ésta desprecie la familia convencional, la maternidad y abrace el aborto. Es un feminismo en el cual a la mujer se le ha ido desplazando, por ejemplo, en los deportes, compitiendo con hombres que decidieron ser mujeres pero con su fuerza natural masculina intacta dentro de ellos.
¿Y qué decir cuando comparten una misma celda en la cárcel, o un baño público una mujer con otra "mujer" que es un hombre y de repente a éste se le activan sus inclinaciones sexuales? ¡Una violación segura! ¿Podemos imaginarnos en el cuadrilátero de boxeo o lucha libre a una mujer enfrentando a su contrincante transgénero quien tiene toda su fuerza viril? Mejor ni pensarlo.
Y qué de certámen de belleza, terminando coronado un hombre, mientras las misses aplauden enternecidas ante esta nueva modalidad. El feminismo radical y enfermizo no nos suma, al contrario, nos resta.