En la historia temprana de la República Checa, anteriormente Checoslovaquia, en Europa central, a raíz de las encarnizadas batallas entre católicos y protestantes, en donde el país un día amanecía de tal o cuál religión dependiendo de cuál fuera el vencedor, más las tantas muertes de personas a causa de ésto, el país se volvió renuente a la religión, de manera que hoy hay alrededor de un 80% de la población que es atea, que son capaces de tolerar cualquier ideología, cualquier filosofía pero jamás permiten que se les hable de religión. ¡Muy triste!
Pero aun así, los checos no tienen excusas para renegar de Dios. Dentro de ellos, en sus corazones, experimentan un vacío existencial común a todo ser humano por la ausencia de Dios en sus vidas, pues Dios puso eternidad en el hombre (Ecl. 3:11). Católicos y Protestantes lo hicieron pésimamente; pero Dios no tuvo nada que ver con eso.
Sí hubo "religiosos" pero no verdaderos cristianos, esterilizando y matando el espíritu de una nación. Tenemos que orar por la República Checa, que el Espíritu Santo derrame su santa y poderosa unción despojando los cielos de todo principado demoníaco de opresion e incredulidad.